1) El gran programa del FA de cara a las futuras elecciones nacionales para aplicarse en el próximo quinquenio de gobierno, debe estar alumbrado por una concepción general que le otorgue sentido a cada una de las proposiciones particulares y singulares que lo animen. Del foco o luz con que alumbremos la realidad dependerán las medidas concretas a adoptar. Junto a ello, debe estar impulsado también por la esperanza, la fe, el mito. Ya lo decía Mariátegui, “el mito mueve al hombre en la historia. Sin un mito la existencia del hombre no tienen ningún sentido histórico…Los pueblos capaces de la victoria fueron los pueblos capaces de un mito multitudinario.” Además, dichos mitos, puede repetirse, no son necesariamente ilusiones falsas, sino más bien creencias movilizadoras que condensan esperanzas colectivas y anhelos populares.
2) En este sentido, un tema de estratégica importancia para esa concepción o luz general que le de contorno definido a las medidas a adoptar, con sus posteriores consecuencias en planos más concretos en lo nacional, tiene que ver con la opinión que prime en cada sector sobre el panorama actual y futuro a escala internacional y con nuestra correspondiente inserción internacional como país. O sea, que dicho programa a analizar colectivamente por los frenteamplistas en todo el país no puede estar desligado del análisis que los dos proyectos de país en pugna hacen de una situación internacional que tanto ha importado siempre para nuestro desarrollo (o, más propiamente, subdesarrollo) nacional, situación que los comunistas estimamos particularmente crítica no solo en aquello que denominamos la base económico-social, la estructura material del sistema del capitalismo mundial en esta etapa, sino también en los planos superestructurales (políticos, jurídicos-políticos, geopolíticos, militares, etc.) que caracterizan a los países dominantes.
3) Ejemplificando, el bloque en el poder político-social “uruguayo”, bloque no solo nacional (por eso las comillas) y que retiene en sus manos los resortes que determinan las políticas principales que todavía se siguen aplicando en áreas claves de la vida nacional y en su inserción internacional, quiere (o necesita) pensar (o creer) -o lo piensa realmente, lo que es más grave aún-, que la crisis actual, enlentecimiento o recesión –como guste llamársele- que abarca más y más países y que tuvo su epicentro en EEUU., es una simple crisis pasajera. Una de las tantas que pasará, un trimestre antes u otro después, pero que pasará, trayendo nuevos bríos, que se franqueará como han pasado otras tantas en el capitalismo. Eso, lógicamente, hace iluminar a dicho bloque en el poder con cierta luz la realidad uruguaya, le da a dicho bloque una determinada perspectiva de desarrollo, lo impulsará a tomar ciertas medidas y no otras para el Uruguay dentro de su matriz neoliberal. Es lógico, es razonable, es comprensible.
4) Desde otro ángulo muy diferente, lo mismo le ocurrirá también a ciertas posiciones socialdemócratas o pos socialdemócratas que, al no ver en lo que está sucediendo en el sistema capitalista es algo más que una crisis coyuntural, de las clásicas y pasajeras, sin mayores novedades, seguirán ilusionándose con la posibilidad de fundar en Uruguay un capitalismo racionalizado, organizado y planificado, que “habría logrado entre otras cosas, a través de una intervención tendencialmente ilimitada del Estado en la economía yugular o administrar sus propias crisis.”
5) Los principales teóricos del bloque en el poder nacional-internacional todavía hoy discuten si estamos ante una recesión o un simple enlentecimiento de la situación económica, si el aterrizaje será suave o fuerte, si el valor del dólar dejará de caer dentro de unos días (algunos pronosticaron que eso iba a ocurrir para el segundo semestre de este año); analizan cómo se reflejara en las bolsas de valores de todo el mundo, si hubo o no una burbuja financiera-inmobiliaria, si habrá o no impacto en la economía real, si existe y nos salvará el desacople (como antes nos salvaba el acople o globalización), si hoy está creciendo de un modo imparable una burbuja financiera-¿commoditiaria? en el sector de los commodities (alimentos, materias primas, el petróleo en particular), si tendrán resultados las gigantescas intervenciones estatales en el economía a los efectos de intentar salvar la reproducción ampliada del capital (¿aunque –preguntamos- ¿ya algo de lo público deja de ser privado en esas economías dominantes; por ejemplo, el sistema financiero masivamente rescatado vía estatal-social?, etc.
6) Para nosotros, parte integrante del bloque político-social democrático avanzado en Uruguay, bloque que es objetivamente alternativo al oligárquico dominante desde la derrota del proyecto artiguista, ya lo adelantamos, se trata de una crisis actual de una gran profundidad y globalidad y novedad. Vemos “un Estado cogido en sus propias redes, sin que la metáfora sea excesiva: no puede, ahora, retroceder ni avanzar, ni abstenerse ni controlar el núcleo central de la economía.” Por ejemplo, qué hacer con la tasa de interés: ¿la siguen bajando para mantener el consumo e incentivar las exportaciones al caer el dólar (con lo que se dispara la burbuja de los commodities u otra que estarán craneando las mentes calenturientas de los gestores de los fondos de cobertura o de pensiones, urgidos por resultados ahora, ya, sin retardo por millones de estresados inversores) o la suben para evitar la disparada de la inflación?
7) No son temas menores, porque además involucran confrontaciones entre diversas fracciones del capital a la interna de esos países, pero también a escala internacional. Hoy ocurre una reestructuración brutal del conjunto del aparato productivo en beneficio exclusivo del capital especulativo financiero hegemónico, de las compañías petrolíferas y del complejo industrial-militar. Un beneficio excepcional de esos capitales en detrimento grave de las otras fracciones del capital o capitales individuales. Preguntarle al respecto a las compañías aéreas o a la industria automotriz en picada. Esto aumenta considerablemente las contradicciones internas en el bloque en el poder dominante en esos países y entre países.
8) Tenemos nuestras dudas acerca de si el viejo topo de la historia no socavó ya en demasía al sistema, si no ha crecido tanto y tanto la masa de plusvalor relativo, (ese que surge con la explotación intensiva del trabajo y de la subsunción real del trabajo al capital), plusvalor generado por los trabajadores a un nivel tal que pueda ocurrir un desplome violento y mas o menos rápido del sistema, donde el valor de cambio se hunda en ancas de los altísimos niveles alcanzados por la producción social y el “cerebro colectivo”, revolución científico-tecnológica autopropulsada mediante. Lo decimos de verdad, tenemos nuestras dudas legítimas, no certezas, (¿qué sabemos de la profundidad o dimensión del problema de los derivados, por ejemplo, o de la verdadera situación de los bancos, que ni siquiera se animan a prestarse entre ellos?), pero como no queremos que se nos descalifique llamándonos catastrofistas o voluntaristas, simplemente decimos que nuestra perspectiva principal nos conduce a ver un prolongado crecimiento lento de la economía del sistema capitalista en su conjunto, buscando asegurar sus aventureros capitostes –si pueden- apenas la reproducción simple del sistema, con todo lo grave que eso significa para el capital social e individual.
9) Si esto fuera así, se cae de maduro que cualquier apuesta uruguaya a la inversión extranjera directa como motor principal de nuestro crecimiento –que no de nuestro desarrollo-, cualquier postura que -explicitándolo o no- desprecie el mercado interno (más que chico, achicado con sus más de 1.300.000 pobres) e intente (también explicitándolo o no) la vía fundamental, hasta casi única, de las exportaciones como el “camino del despegue nacional”, cualquier camino que haga de los TLC’s el centro de sus desvelos, cualquier postura que pretenda abrir nuestras empresas públicas, ya a los inversores transnacionales, ya para hacerle un lugar a supuestos inversores nacionales concentrados (porque los chicos y los medianitos la oportunidad la van a ver de costado, si es que la ven), cualquier intento de llevar adelante un modo de producción conducido por tecnócratas de izquierda para abrirle cancha al “capitalismo nacional”, va a tener no ya serios problemas para concretarse, sino que no lo va a poder hacer. Esa es nuestra opinión, en el acierto o en el error.
10) Lo hemos venido diciendo desde mediados del 2005 cuando analizábamos en ciertos trabajos la burbuja inmobiliaria-financiera en EE.UU. y otros países (y no pocas sonrisas sardónicas aparecían en algunos rostros); no es que la crisis internacional este por llegar a nuestras costas. Le demos bolilla o no, ya se expresa en el valor del dólar en imparable caída, en los aumentos de los precios de los alimentos que afecta sobremanera a los sectores populares, en la subida del costo de producción de los sectores productivos por el incremento de los combustibles y otros insumos, en la tendencia a la retracciones de los megaproyectos de inversión, en los procesos de paralización de la inversión en distintos planes que ya estaban en marcha (ver Weyerhauser, o ciertos propósitos de paralización inmobiliaria sobre todo en Punta del este), en los problemas crediticios en los mercados internacionales que nos afectan directa o indirectamente, en la baja de los bonos globales, en el cambio de tendencia de las ventas a EE.UU., (que pasó en poquitisímo tiempo de ser el primer importador de nuestras carnes a niveles inauditos -por lo bajos- de compras a raíz de la devaluación del dólar y de la desaceleración de su consumo domestico), en la obligatoria repatriación de los depósitos que el sistema financiero tenía en EE.UU. y que a causa de la caída de las tasas de interés retornan a “la patria”, buscando abrirse cancha en el crédito al consumo, etc.
11) Hasta aquí hemos intentado balizar los contornos generales del problema. Sólo nos faltaría agregar en esta tan apretada síntesis que, en el ínterin, se lograron derrotar dos intentos muy fuertes que hacen a la concepción estratégica del bloque todavía dominante o en el poder: la desindexación salarial y la radical disminución del gasto e inversión pública Repetimos, entonces, balizado el panorama nosotros decimos que habrá tres cosas que se impondrán por si mismas, nos guste o no en el futuro próximo si se cumplieran nuestras previsiones en torno a la situación internacional, previsiones que algún respeto mínimo merecen a la luz de ciertas análisis tempranamente realizados y finalmente cumplidos en sus líneas generales. Concretar esas tres cosas fundamentales -lo decimos de entrada- no deberán impedir u obstaculizar, Estado mediante, asegurar o garantizar en cualquier circunstancia la marcha de la economía nacional.
Las tres grandes cosas
En concreto ¿a que nos referimos? A:
· a) un papel muy superior del Estado, fundamentalmente de sus empresas públicas, del sistema cooperativo, de las empresas recuperadas por los trabajadores y de las micro, pequeñas y medianas empresas, con políticas sectoriales muy activas
· b) un papel más importante del mercado interno
· c) un papel más importante de la integración solidaria, llamémosle ALBA o MERCOSUR o ambas a la vez, como en realidad debería ser.
a) Respecto al primer punto, se trata de la potenciación del proyecto sucro-alcoholero; la creación de campos u “hoteles” para terneros de cría bobina y ovina y otras categorías de animales, no ya solo que trate de la potenciación de los campos de recría lecheros, que también hay que impulsarlos; mayor dinamismo del Instituto de Colonización sobre todo, más recursos y de la consiguiente distribución de tierras; creación de una industria frigorífica multimodal a los más altos niveles de calidad científico-tecnológicos; reflotamiento a mayor escala de la industria naval y de la producción de material y armamentos en el posible marco de Consejo Sudamericano de Defensa; potenciación de la vialidad estatal y de un complejo constructivo nacional-estatal y cooperativo que concrete superiores niveles de inversión en la construcción de viviendas; formación de consorcios con la participación de las intendencias municipales (formidables instrumentos de desarrollo local y regional todavía poco valorados), empresas públicas y la Corporación Nacional para el Desarrollo (CND); proyectos asociados entre empresas públicas para impulsar el país productivo, desde obras de infraestructura, pasando por proyectos productivos hasta la creación de parques propios de maquinarias; sistema nacional de compras públicas; gran inversión en investigación y desarrollo al estilo Instituto Pasteur, ya sea en el área de la energía, ya sea en otras áreas de primer nivel a escala científico-tecnológica; avances en calidad en la producción de derivados del petróleo, remodelación de la refinería mediante; instituto de producción de proyectos audiovisuales a escala latinoamericana; Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC), similar en sus líneas esenciales al anunciado y puesto en práctica por Lula en su segundo mandato iniciado en enero de 2007; la potenciación al máximo de los bancos estatales, en especial el BROU, cada vez más perfilado como un banco de desarrollo nacional; etc.
b) Aumento sostenido por encima de la inflación de los salarios y pasividades, recuperando no solo lo perdido en el quinquenio anterior sino aumentando el poder de compra salarial y la demanda interna de manera permanente, sostenida, de los sectores populares, principal puntal del mercado interno; importante papel de la inversión privada nacional, fundamentalmente de las cooperativas, empresas recuperadas por los trabajadores, micro, pequeñas y medianas empresas; visión del país productivo desde el punto de vista de las cadenas productivas; etc.
c) Banco del Sur; exploración y explotación del petróleo de la cuenca del Orinoco en Venezuela; remodelación de la refinería de Ancap junto con Pdvsa; concreción de las inversiones en la industria del cemento; etc.
Todos estos elementos deben verse interconectados, o sea, en estrecha relación dialéctica. Para dar un ejemplo: la reforma de la refinería de Ancap en asociación con Pdvsa, no solo nos potenciaría para una especialización productiva a altos niveles de calidad, permitiéndonos una superior inserción internacional con productos de mayor nivel derivados del petróleo, sino que influye en el mercado interior, al ser una inversión de varios cientos millones de dólares que posibilitaría la múltiple generación de empleos y la activación de un importante conjunto de empresas pequeñas y medianas del sector metalúrgico, por mencionar uno de los tantos pasibles de ser afectados positivamente.
Lo inmediato, ya
Por supuesto que hay cosas que no pueden esperar, que deben implementarse en el correr de este año o a más tardar en el curso de 2009. ¿Cuáles?: suba del monto mínimo imponible del IRPF; mayores deducciones para el mismo; ley de cooperativas; la jubilación anticipada de 35 a 30 años; la reforma de la Caja Bancaria; etc. Y, ni que hablar, de un conjunto de temas laborales todavía pendientes: reformas al seguro de paro; de licencias especiales; jornada de 8 horas en el medio rural; medio horario a las madres que adoptan; negociación colectiva; régimen de especial de seguridad social para los artistas; cuota femenina; creación del instituto de derechos humanos; ley de derecho a la información; habeas data y ley de prensa; archivo de la memoria; ley de la vejez; reforma vinculada a los discapacitados; ley de descentralización; ley de educación; ley de defensa,; ley de funcionamiento y financiamiento de los partidos políticos, regulación de publicidad política, etc.
El modo de producción democrático avanzado
Por último, y más que como fin, como inicio de una discusión, el conjunto de estas medidas a desarrollarse en el 2008-2009 y en el próximo quinquenio forman parte, el fragmento introductorio al socialismo del siglo XXI podríamos decir, de un nuevo modo de producción, el modo de producción democrático avanzado, que estimamos puede ser el camino principal, la vía de aproximación fundamental, la forma de transición clave al socialismo en nuestro país. Puede ser ese eslabón de la cadena que nos permita asegurarnos firmemente de la misma para seguir avanzando hacia el gran proyecto estratégico del socialismo y el comunismo en etapas posteriores.
Creemos que se trata de una categoría aplicable a bastante más países que el Uruguay solamente, que requiere de un sólido bloque político-social acumulado en múltiples batallas, de un importante protagonismo de los trabajadores que lo asegure en su concreción de manera que la izquierda en el poder vaya mucho más allá de la simple -e imposible- gestión de la crisis económica del capitalismo.
Es aquí donde aparece en todo su esplendor lo del comienzo: como nos entusiasmamos como apelamos a la iniciativa de las masas populares, a las formas de democracia directa v de base, a los focos autogestionarios. Ya lo veía Arismendi (con su mirada larga, de gran estratega, refiriéndose a la natural oposición del bloque en el poder a cualquier intento de avanzar en democracia) “como un proceso de combate programático, reivindicativo, de desarrollo de la lucha de clases en determinadas condiciones, de vigencia de las reivindicaciones, de imposiciones mediante el empuje popular”. Más aún, Arismendi señalaba con clara visión dialéctica, contradictoria que lograrlo “no es un acto ni el carácter automático del gobierno del FA, que es un proceso que puede tener avances y retrocesos.”
Ahora, esto no significa ni negar el papel clave del Estado en sociedades dependientes del imperialismo ni escapar al estatismo sin una transformación radical del propio Estado. La experiencia del “socialismo real” nos mostró en toda su dimensión la necesidad de combatir el burocratismo –sobre todo cuando se apropia de parte importante del plusproducto social a cambio de la necesaria gestión de expertos-, un tecnocratismo esencial –según ellos- debido a la complejización intrínseca de sus tareas en las sociedades “tecnológicas posindustriales”.
Por eso nuestra insistencia sobre el papel de la participación democrática de amplias masas populares, por la existencia de contrapoderes, organizando la vigilancia de los tecno-burócratas por las masas. Ello tampoco nos hace olvidar las dificultades de la democracia directa, incluyendo el corporativismo. Pero de eso se trata en todo caso: transformar las relaciones de producción capitalistas y desplegar el desarrollo de nuestras fuerzas productivas no será un proceso ni fácil ni corto; tendrá sus fases y sus enemigos principales en cada una de ellas; será un proceso lleno de desafíos y que implica una transformación global del aparato estatal y, sobre todo, de nosotros mismos, todo ello en indisoluble unidad con el proceso liberador latinoamericano y mundial.
Eduardo Lorier.
14 de julio de 2008
2) En este sentido, un tema de estratégica importancia para esa concepción o luz general que le de contorno definido a las medidas a adoptar, con sus posteriores consecuencias en planos más concretos en lo nacional, tiene que ver con la opinión que prime en cada sector sobre el panorama actual y futuro a escala internacional y con nuestra correspondiente inserción internacional como país. O sea, que dicho programa a analizar colectivamente por los frenteamplistas en todo el país no puede estar desligado del análisis que los dos proyectos de país en pugna hacen de una situación internacional que tanto ha importado siempre para nuestro desarrollo (o, más propiamente, subdesarrollo) nacional, situación que los comunistas estimamos particularmente crítica no solo en aquello que denominamos la base económico-social, la estructura material del sistema del capitalismo mundial en esta etapa, sino también en los planos superestructurales (políticos, jurídicos-políticos, geopolíticos, militares, etc.) que caracterizan a los países dominantes.
3) Ejemplificando, el bloque en el poder político-social “uruguayo”, bloque no solo nacional (por eso las comillas) y que retiene en sus manos los resortes que determinan las políticas principales que todavía se siguen aplicando en áreas claves de la vida nacional y en su inserción internacional, quiere (o necesita) pensar (o creer) -o lo piensa realmente, lo que es más grave aún-, que la crisis actual, enlentecimiento o recesión –como guste llamársele- que abarca más y más países y que tuvo su epicentro en EEUU., es una simple crisis pasajera. Una de las tantas que pasará, un trimestre antes u otro después, pero que pasará, trayendo nuevos bríos, que se franqueará como han pasado otras tantas en el capitalismo. Eso, lógicamente, hace iluminar a dicho bloque en el poder con cierta luz la realidad uruguaya, le da a dicho bloque una determinada perspectiva de desarrollo, lo impulsará a tomar ciertas medidas y no otras para el Uruguay dentro de su matriz neoliberal. Es lógico, es razonable, es comprensible.
4) Desde otro ángulo muy diferente, lo mismo le ocurrirá también a ciertas posiciones socialdemócratas o pos socialdemócratas que, al no ver en lo que está sucediendo en el sistema capitalista es algo más que una crisis coyuntural, de las clásicas y pasajeras, sin mayores novedades, seguirán ilusionándose con la posibilidad de fundar en Uruguay un capitalismo racionalizado, organizado y planificado, que “habría logrado entre otras cosas, a través de una intervención tendencialmente ilimitada del Estado en la economía yugular o administrar sus propias crisis.”
5) Los principales teóricos del bloque en el poder nacional-internacional todavía hoy discuten si estamos ante una recesión o un simple enlentecimiento de la situación económica, si el aterrizaje será suave o fuerte, si el valor del dólar dejará de caer dentro de unos días (algunos pronosticaron que eso iba a ocurrir para el segundo semestre de este año); analizan cómo se reflejara en las bolsas de valores de todo el mundo, si hubo o no una burbuja financiera-inmobiliaria, si habrá o no impacto en la economía real, si existe y nos salvará el desacople (como antes nos salvaba el acople o globalización), si hoy está creciendo de un modo imparable una burbuja financiera-¿commoditiaria? en el sector de los commodities (alimentos, materias primas, el petróleo en particular), si tendrán resultados las gigantescas intervenciones estatales en el economía a los efectos de intentar salvar la reproducción ampliada del capital (¿aunque –preguntamos- ¿ya algo de lo público deja de ser privado en esas economías dominantes; por ejemplo, el sistema financiero masivamente rescatado vía estatal-social?, etc.
6) Para nosotros, parte integrante del bloque político-social democrático avanzado en Uruguay, bloque que es objetivamente alternativo al oligárquico dominante desde la derrota del proyecto artiguista, ya lo adelantamos, se trata de una crisis actual de una gran profundidad y globalidad y novedad. Vemos “un Estado cogido en sus propias redes, sin que la metáfora sea excesiva: no puede, ahora, retroceder ni avanzar, ni abstenerse ni controlar el núcleo central de la economía.” Por ejemplo, qué hacer con la tasa de interés: ¿la siguen bajando para mantener el consumo e incentivar las exportaciones al caer el dólar (con lo que se dispara la burbuja de los commodities u otra que estarán craneando las mentes calenturientas de los gestores de los fondos de cobertura o de pensiones, urgidos por resultados ahora, ya, sin retardo por millones de estresados inversores) o la suben para evitar la disparada de la inflación?
7) No son temas menores, porque además involucran confrontaciones entre diversas fracciones del capital a la interna de esos países, pero también a escala internacional. Hoy ocurre una reestructuración brutal del conjunto del aparato productivo en beneficio exclusivo del capital especulativo financiero hegemónico, de las compañías petrolíferas y del complejo industrial-militar. Un beneficio excepcional de esos capitales en detrimento grave de las otras fracciones del capital o capitales individuales. Preguntarle al respecto a las compañías aéreas o a la industria automotriz en picada. Esto aumenta considerablemente las contradicciones internas en el bloque en el poder dominante en esos países y entre países.
8) Tenemos nuestras dudas acerca de si el viejo topo de la historia no socavó ya en demasía al sistema, si no ha crecido tanto y tanto la masa de plusvalor relativo, (ese que surge con la explotación intensiva del trabajo y de la subsunción real del trabajo al capital), plusvalor generado por los trabajadores a un nivel tal que pueda ocurrir un desplome violento y mas o menos rápido del sistema, donde el valor de cambio se hunda en ancas de los altísimos niveles alcanzados por la producción social y el “cerebro colectivo”, revolución científico-tecnológica autopropulsada mediante. Lo decimos de verdad, tenemos nuestras dudas legítimas, no certezas, (¿qué sabemos de la profundidad o dimensión del problema de los derivados, por ejemplo, o de la verdadera situación de los bancos, que ni siquiera se animan a prestarse entre ellos?), pero como no queremos que se nos descalifique llamándonos catastrofistas o voluntaristas, simplemente decimos que nuestra perspectiva principal nos conduce a ver un prolongado crecimiento lento de la economía del sistema capitalista en su conjunto, buscando asegurar sus aventureros capitostes –si pueden- apenas la reproducción simple del sistema, con todo lo grave que eso significa para el capital social e individual.
9) Si esto fuera así, se cae de maduro que cualquier apuesta uruguaya a la inversión extranjera directa como motor principal de nuestro crecimiento –que no de nuestro desarrollo-, cualquier postura que -explicitándolo o no- desprecie el mercado interno (más que chico, achicado con sus más de 1.300.000 pobres) e intente (también explicitándolo o no) la vía fundamental, hasta casi única, de las exportaciones como el “camino del despegue nacional”, cualquier camino que haga de los TLC’s el centro de sus desvelos, cualquier postura que pretenda abrir nuestras empresas públicas, ya a los inversores transnacionales, ya para hacerle un lugar a supuestos inversores nacionales concentrados (porque los chicos y los medianitos la oportunidad la van a ver de costado, si es que la ven), cualquier intento de llevar adelante un modo de producción conducido por tecnócratas de izquierda para abrirle cancha al “capitalismo nacional”, va a tener no ya serios problemas para concretarse, sino que no lo va a poder hacer. Esa es nuestra opinión, en el acierto o en el error.
10) Lo hemos venido diciendo desde mediados del 2005 cuando analizábamos en ciertos trabajos la burbuja inmobiliaria-financiera en EE.UU. y otros países (y no pocas sonrisas sardónicas aparecían en algunos rostros); no es que la crisis internacional este por llegar a nuestras costas. Le demos bolilla o no, ya se expresa en el valor del dólar en imparable caída, en los aumentos de los precios de los alimentos que afecta sobremanera a los sectores populares, en la subida del costo de producción de los sectores productivos por el incremento de los combustibles y otros insumos, en la tendencia a la retracciones de los megaproyectos de inversión, en los procesos de paralización de la inversión en distintos planes que ya estaban en marcha (ver Weyerhauser, o ciertos propósitos de paralización inmobiliaria sobre todo en Punta del este), en los problemas crediticios en los mercados internacionales que nos afectan directa o indirectamente, en la baja de los bonos globales, en el cambio de tendencia de las ventas a EE.UU., (que pasó en poquitisímo tiempo de ser el primer importador de nuestras carnes a niveles inauditos -por lo bajos- de compras a raíz de la devaluación del dólar y de la desaceleración de su consumo domestico), en la obligatoria repatriación de los depósitos que el sistema financiero tenía en EE.UU. y que a causa de la caída de las tasas de interés retornan a “la patria”, buscando abrirse cancha en el crédito al consumo, etc.
11) Hasta aquí hemos intentado balizar los contornos generales del problema. Sólo nos faltaría agregar en esta tan apretada síntesis que, en el ínterin, se lograron derrotar dos intentos muy fuertes que hacen a la concepción estratégica del bloque todavía dominante o en el poder: la desindexación salarial y la radical disminución del gasto e inversión pública Repetimos, entonces, balizado el panorama nosotros decimos que habrá tres cosas que se impondrán por si mismas, nos guste o no en el futuro próximo si se cumplieran nuestras previsiones en torno a la situación internacional, previsiones que algún respeto mínimo merecen a la luz de ciertas análisis tempranamente realizados y finalmente cumplidos en sus líneas generales. Concretar esas tres cosas fundamentales -lo decimos de entrada- no deberán impedir u obstaculizar, Estado mediante, asegurar o garantizar en cualquier circunstancia la marcha de la economía nacional.
Las tres grandes cosas
En concreto ¿a que nos referimos? A:
· a) un papel muy superior del Estado, fundamentalmente de sus empresas públicas, del sistema cooperativo, de las empresas recuperadas por los trabajadores y de las micro, pequeñas y medianas empresas, con políticas sectoriales muy activas
· b) un papel más importante del mercado interno
· c) un papel más importante de la integración solidaria, llamémosle ALBA o MERCOSUR o ambas a la vez, como en realidad debería ser.
a) Respecto al primer punto, se trata de la potenciación del proyecto sucro-alcoholero; la creación de campos u “hoteles” para terneros de cría bobina y ovina y otras categorías de animales, no ya solo que trate de la potenciación de los campos de recría lecheros, que también hay que impulsarlos; mayor dinamismo del Instituto de Colonización sobre todo, más recursos y de la consiguiente distribución de tierras; creación de una industria frigorífica multimodal a los más altos niveles de calidad científico-tecnológicos; reflotamiento a mayor escala de la industria naval y de la producción de material y armamentos en el posible marco de Consejo Sudamericano de Defensa; potenciación de la vialidad estatal y de un complejo constructivo nacional-estatal y cooperativo que concrete superiores niveles de inversión en la construcción de viviendas; formación de consorcios con la participación de las intendencias municipales (formidables instrumentos de desarrollo local y regional todavía poco valorados), empresas públicas y la Corporación Nacional para el Desarrollo (CND); proyectos asociados entre empresas públicas para impulsar el país productivo, desde obras de infraestructura, pasando por proyectos productivos hasta la creación de parques propios de maquinarias; sistema nacional de compras públicas; gran inversión en investigación y desarrollo al estilo Instituto Pasteur, ya sea en el área de la energía, ya sea en otras áreas de primer nivel a escala científico-tecnológica; avances en calidad en la producción de derivados del petróleo, remodelación de la refinería mediante; instituto de producción de proyectos audiovisuales a escala latinoamericana; Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC), similar en sus líneas esenciales al anunciado y puesto en práctica por Lula en su segundo mandato iniciado en enero de 2007; la potenciación al máximo de los bancos estatales, en especial el BROU, cada vez más perfilado como un banco de desarrollo nacional; etc.
b) Aumento sostenido por encima de la inflación de los salarios y pasividades, recuperando no solo lo perdido en el quinquenio anterior sino aumentando el poder de compra salarial y la demanda interna de manera permanente, sostenida, de los sectores populares, principal puntal del mercado interno; importante papel de la inversión privada nacional, fundamentalmente de las cooperativas, empresas recuperadas por los trabajadores, micro, pequeñas y medianas empresas; visión del país productivo desde el punto de vista de las cadenas productivas; etc.
c) Banco del Sur; exploración y explotación del petróleo de la cuenca del Orinoco en Venezuela; remodelación de la refinería de Ancap junto con Pdvsa; concreción de las inversiones en la industria del cemento; etc.
Todos estos elementos deben verse interconectados, o sea, en estrecha relación dialéctica. Para dar un ejemplo: la reforma de la refinería de Ancap en asociación con Pdvsa, no solo nos potenciaría para una especialización productiva a altos niveles de calidad, permitiéndonos una superior inserción internacional con productos de mayor nivel derivados del petróleo, sino que influye en el mercado interior, al ser una inversión de varios cientos millones de dólares que posibilitaría la múltiple generación de empleos y la activación de un importante conjunto de empresas pequeñas y medianas del sector metalúrgico, por mencionar uno de los tantos pasibles de ser afectados positivamente.
Lo inmediato, ya
Por supuesto que hay cosas que no pueden esperar, que deben implementarse en el correr de este año o a más tardar en el curso de 2009. ¿Cuáles?: suba del monto mínimo imponible del IRPF; mayores deducciones para el mismo; ley de cooperativas; la jubilación anticipada de 35 a 30 años; la reforma de la Caja Bancaria; etc. Y, ni que hablar, de un conjunto de temas laborales todavía pendientes: reformas al seguro de paro; de licencias especiales; jornada de 8 horas en el medio rural; medio horario a las madres que adoptan; negociación colectiva; régimen de especial de seguridad social para los artistas; cuota femenina; creación del instituto de derechos humanos; ley de derecho a la información; habeas data y ley de prensa; archivo de la memoria; ley de la vejez; reforma vinculada a los discapacitados; ley de descentralización; ley de educación; ley de defensa,; ley de funcionamiento y financiamiento de los partidos políticos, regulación de publicidad política, etc.
El modo de producción democrático avanzado
Por último, y más que como fin, como inicio de una discusión, el conjunto de estas medidas a desarrollarse en el 2008-2009 y en el próximo quinquenio forman parte, el fragmento introductorio al socialismo del siglo XXI podríamos decir, de un nuevo modo de producción, el modo de producción democrático avanzado, que estimamos puede ser el camino principal, la vía de aproximación fundamental, la forma de transición clave al socialismo en nuestro país. Puede ser ese eslabón de la cadena que nos permita asegurarnos firmemente de la misma para seguir avanzando hacia el gran proyecto estratégico del socialismo y el comunismo en etapas posteriores.
Creemos que se trata de una categoría aplicable a bastante más países que el Uruguay solamente, que requiere de un sólido bloque político-social acumulado en múltiples batallas, de un importante protagonismo de los trabajadores que lo asegure en su concreción de manera que la izquierda en el poder vaya mucho más allá de la simple -e imposible- gestión de la crisis económica del capitalismo.
Es aquí donde aparece en todo su esplendor lo del comienzo: como nos entusiasmamos como apelamos a la iniciativa de las masas populares, a las formas de democracia directa v de base, a los focos autogestionarios. Ya lo veía Arismendi (con su mirada larga, de gran estratega, refiriéndose a la natural oposición del bloque en el poder a cualquier intento de avanzar en democracia) “como un proceso de combate programático, reivindicativo, de desarrollo de la lucha de clases en determinadas condiciones, de vigencia de las reivindicaciones, de imposiciones mediante el empuje popular”. Más aún, Arismendi señalaba con clara visión dialéctica, contradictoria que lograrlo “no es un acto ni el carácter automático del gobierno del FA, que es un proceso que puede tener avances y retrocesos.”
Ahora, esto no significa ni negar el papel clave del Estado en sociedades dependientes del imperialismo ni escapar al estatismo sin una transformación radical del propio Estado. La experiencia del “socialismo real” nos mostró en toda su dimensión la necesidad de combatir el burocratismo –sobre todo cuando se apropia de parte importante del plusproducto social a cambio de la necesaria gestión de expertos-, un tecnocratismo esencial –según ellos- debido a la complejización intrínseca de sus tareas en las sociedades “tecnológicas posindustriales”.
Por eso nuestra insistencia sobre el papel de la participación democrática de amplias masas populares, por la existencia de contrapoderes, organizando la vigilancia de los tecno-burócratas por las masas. Ello tampoco nos hace olvidar las dificultades de la democracia directa, incluyendo el corporativismo. Pero de eso se trata en todo caso: transformar las relaciones de producción capitalistas y desplegar el desarrollo de nuestras fuerzas productivas no será un proceso ni fácil ni corto; tendrá sus fases y sus enemigos principales en cada una de ellas; será un proceso lleno de desafíos y que implica una transformación global del aparato estatal y, sobre todo, de nosotros mismos, todo ello en indisoluble unidad con el proceso liberador latinoamericano y mundial.
Eduardo Lorier.
14 de julio de 2008
No hay comentarios:
Publicar un comentario